Al volver de un viaje uno tiene la secreta esperanza de que algún milagro pueda haber hecho que todo sea distinto, pero basta con salir a la calle un rato para que la esperanza se rompa, sin anestesia. Como tanta otras veces, empecé a preguntarme qué carajo estábamos haciendo aquí, qué esperábamos, por qué no nos íbamos de una vez por todas. También como otras veces, no encontré la respuesta. Pero nos seguimos quedando.
-Lugares comunes- Adolfo Aristarain.
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Rayos de luz en la oscuridad